Pueblos indigenas son guardianes de la espiritualidad

14.04.2010 14:13

Pueblos indígenas son guardianes de la espiritualidad



domingo, 11 de abril de 2010

ImageEl destello de las cámaras fotográficas y de los celulares no dejaba de activarse, cuando el maestro Esteban Emilio Mosonyi se levantó para agradecer los aplausos de los asistentes que se dieron cita en el VI Foro Internacional sobre la Espiritualidad de los Pueblos Indígenas de América, realizado esta semana en los espacios del Centro Total de Entrenamiento Cachamay. Lo sorprendente era que aún no iniciaba su conferencia magistral.

“Que el espíritu del aire nos llene de la humildad que caracteriza al maestro Esteban Emilio Mosonyi”, dijo la especialista en Derechos Humanos, Lilia Parra Guillén, sellando así la presentación de la extensa hoja de vida de quien ha consagrado su vida y su trayectoria académica, a la lucha inquebrantable por la defensa de los pueblos indígenas, y al rescate del carácter multiétnico, pluricultural y plurilingüe de una nación con 32 etnias aborígenes.
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  • Evelyn Guzmán Bigott

Esta firme convicción se percibió a lo largo de su emocionado discurso sobre el patrimonio cultural y espiritual de los pueblos originarios de la América. Para este antropólogo venezolano (1962) con Doctorado en Ciencias Sociales (1978), profesor titular jubilado e investigador de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, y miembro fundador del Grupo de Barbados dedicado a la lucha contra el genocidio y el etnocidio, el compromiso no admite tregua.

IDEAS PLURILINGUES

Durante su conferencia, Mosonyi entrelazó sus ideas haciendo uso de algunos de los 38 idiomas que habla, entre ellos, dialectos indígenas aprendidos durante su infancia y adolescencia, enfatizando frases originales del Popol Vuh (libro que recopila las leyendas de los Maya), de chamanes del pueblo Pumé (aborígenes de los llanos de Apure) o de reconocidos antropólogos extranjeros.

Dijo que aunque para algunos pudiera resultar un lugar común reiterar que hoy día se vive una falta de espiritualidad, resalta el hecho de que el conjunto de las sociedades occidentalizadas viven bajo valores totalmente invertidos y “encima sin agua”.

A su juicio, los pueblos indígenas siguen siendo los guardianes de una espiritualidad que aún mantienen como una posesión entendida desde lo mágico y mítico.

Aseveró que medio siglo tuvo que transcurrir para que los estudiosos de la universalidad entendieran que aquello, calificado como “misticismo ignorante” de los pueblos indígenas, resultó ser la fortaleza espiritual de la que adolecen las sociedades occidentalizadas.

Resaltó que la cosmovisión indígena contempla la práctica del valor de no dañar a la naturaleza dentro de una dialéctica espiritual, en la que incluso la noción de muerte no existe, sino que es entendida como la continuidad del ser.

Insistió en que Occidente “desprovisto de espiritualidad”, continúa su afán hacia la destrucción y la contaminación incluso más allá de la vía láctea. Reconoció que se han sucedido cambios en lo político, social y económico, además de guerras, pero que el afán apocalíptico no disminuye. Mencionó con estupor como Estados Unidos viola el Protocolo de Kyoto mientras China condiciona su participación a la respuesta americana, y los países en vías de desarrollo lamentan este cinismo, pero se eximen de su responsabilidad. “No quieren tirar la primera piedra”.

PANORAMA SUICIDA

Reiteró la necesidad imperiosa de recuperar la espiritualidad perdida aunque dijo que “no nos alcanzarán 100 o 200 revoluciones para cambiar este panorama suicida”.

Respecto a Venezuela, lamentó que una mayoría significativa de la sociedad venezolana siga apostando por un país rentista con invariable “adicción petrolera y gasífera”, que a su juicio continuará quizás por 300 años más, en virtud de las reservas probadas, sin evaluar el impacto que este desarrollo traerá sobre el medio ambiente.

Más bien, dijo, que como sociedad nos sentíamos orgullosos de ser así, dedicados a la “minería parasitaria”. Además, se alarmó porque visualizaba una era post petrolera con la posibilidad de desarrollar proyectos nucleares.

Aunque aseguró que no era un fundamentalista, porque sabe que los pueblos no pueden prescindir de la energía, Mosonyi dijo que hay maneras de impulsar otras alternativas y conciliar intereses que permitan tolerar la crisis energética del milenio.

Invocó al espíritu del aire para no morir “intoxicados” y seguir fantaseando con situaciones como las ocurridas durante la segunda Guerra Mundial con la bomba atómica en Hiroshima, y con catástrofes como la explosión nuclear ocurrida en la central Chernobyl en Ucrania.

Dijo que era tiempo de aprender y aprehender de las prácticas ecológicas indígenas, reconocer la demarcación y autodeterminación de los pueblos autóctonos y respetar su cultura instaurando un buen sistema de educación intercultural bilingüe.

Mosonyi se despidió con un canto indígena pumé que terminó por emocionar a un público convencido de que la continuidad de la vida, no sólo en Venezuela sino en el planeta Tierra, pasará por el reencuentro de una espiritualidad compartida desde distintas miradas, donde la participación de los pueblos indígenas será la guardiana de esa visión a futuro.

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